La explotación del litio plantea problemas similares al resto de la minería extractivista, pero tiene algunas características esenciales que la diferencian. En primer lugar, en materia ambiental, el litio es un mineral que contribuye a la generación de energías limpias o verdes, y está destinado a ser clave en el reemplazo de las energías fósiles que tanto daño le hacen al planeta. Por otro lado, aunque su extracción utiliza agua, que es escasa, e impacta también en el ecosistema, el hecho de que los yacimientos se encuentran en zonas con bajísima densidad poblacional permite que se adopten regulaciones y controles eficaces, que minimicen los eventuales daños.
Expertos consideran que el litio es, si se configura la actividad de explotación de este recurso natural desde la perspectiva de los intereses de las comunidades locales, tanto desde lo ambiental como desde los beneficios económicos, en una oportunidad única de desarrollo. El pasado jueves, moderada por la Fundación Jubileo, se llevó a cabo una conferencia virtual, que es el comienzo de una serie de eventos de propósitos similares, denominada “Litio, oportunidades de desarrollo para las comunidades del territorio indígena originario campesino”. El expositor fue Dony Manuel Alí, abogado, proyectista de normativas del sector, asesor de comunidades, cooperativas mineras, empresas y de organizaciones sociales, además de activista por los derechos de los pueblos del Altiplano.
Son cada vez más las instituciones y organizaciones sociales que van sumando argumentos a favor de un desarrollo sustentable y beneficioso para las comunidades locales de la zona de explotación del litio, el denominado “triángulo”, que abarca a tres países –Bolivia, Chile y Argentina-, que concentran el 85 por ciento de las reservas de litio del planeta y, dentro de nuestro país, a tres provincias: Salta, Jujuy y Catamarca. Catamarca posee el 21% de las reservas de la Argentina.
Esos argumentos se basan en el rol de este mineral como fuente generadora de trabajo y como impulsora de otros sectores de la economía sin que afecte al medio ambiente, a los ecosistemas. El debate, que integra a las comunidades originarias de la zona de explotación, incursiona además en otras discusiones estratégicas, como la referida a la necesidad de generar una cadena de valor del litio.
Los gobiernos de las tres naciones deberán asumir roles más activos en la coordinación de estas iniciativas, que intentan conjugar los beneficios económicos de la minería con el cuidado del medio ambiente, y otorgar garantías concretas en ese sentido a las comunidades locales, que son las que, en definitiva, otorgan la imprescindible licencia social para la actividad. Fuente: El Ancasti.