El lado invisible del campo
Cuando se habla de agricultura, se suele pensar en alimentos, trabajo rural y desarrollo económico; pero hay una cara menos visible de esta actividad: las externalidades. En términos simples, son los efectos secundarios –positivos o negativos- que una actividad económica genera no solo en personas, sino también en el medio ambiente, empresas, instituciones públicas y sistemas productivos, que no están directamente involucradas. Y, lo más importante, estos impactos no se reflejan en los precios del mercado.
No se trata solo de corregir fallas del mercado, sino de avanzar hacia un modelo agrícola más justo, resiliente y preparado para los desafíos que demanda el momento actual.
El agro boliviano tiene un enorme potencial, pero también una gran responsabilidad. Reconocer sus externalidades es el primer paso para construir un modelo que no solo produzca y exporte; sino que también proteja, incluya y sea sostenible.
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